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Las pintas que llevo

Las pintas que llevo

En el número de Newsweek del 2006-11-22 apareció un reportaje especial acerca de los conflictos que el velo islámico y su regulación causan en Europa. La ex-diputada holandesa nacida somalí Ayaan Hirsi Ali contribuía con una breve página de opinión, de la que malamente traduzco algunos párrafos:

El clérigo musulmán superior de Australia, el jeque Taj Din al-Hilali, hablaba recientemente acerca de un grupo de hombres musulmanes condenados a varios años de carcel por violaciones colectivas: "Si pones carne al descubierto afuera en la calle, y los gatos vienen y se la comen, ¿de quién es la culpa, de los gatos o de la carne destapada? La carne al descubierto es el problema". Continuaba: "Si ella hubiese estado en su habitación, en su casa, en su hijab, no habría habido ningún problema". El aspecto más perverso de esta "moralidad" es la total ausencia de responsabilidad masculina por su conducta. Y esta moralidad sexual choca completamente con la de occidente, que enfatiza el erotismo femenino en la moda, música, películas y publicidad. Las feministas pueden objetar los méritos de todo esto, pero hay una diferencia importante que prevalece. En occidente se asume que los hombres son capaces de controlarse sexualmente. Es esta presunción lo que hace posible que las mujeres tomemos parte libremente de la vida pública y decidamos privadamente por nosotras mismas.

Y sin embargo un par de frases después termina su artículo diciendo

Las mujeres musulmanas que usan velo en las sociedades occidentales [...] están siendo inmodestas e invasivas. Sólo conseguirán crear hostilidad. A las mujeres que deciden salir de su casa vistiendo como Batman y luego se quejan de ser ridiculizadas les digo: lo estáis provocando. Sopórtalo o cámbiate de ropa.

Yo prefiero pensar que incluso vestida literalmente de Batman (y no entro a analizar esa descripción insultante) voy a ser tratada con un mínimo de dignidad por mis conciudadanos. No sólo por consideración: si el respeto no bastase (que siempre hay algún cazurro) siempre quedará la ley, que me ampara. Y el que se burle de mi cresta punk que se enfrente con mis pearcings.

(N.B. que ya he visto que alguno se me despista: ambos párrafos están escritos por la misma autora. En el primero dice que es mucho morro culpar a la víctima, pero en el segundo señala a la víctima como responsable de sus desgracias. Es esa contradicción flagrante lo que motiva este artículo).

En esas sentencias finales de Hirsi Ali percibo lo de siempre en esta brillante señora: que sus argumentos están teñidos de un profundo y comprensible rencor que la llevan al disparate. No critico ese rencor, tiene muy buenos motivos para estar dolida, cabreada, terriblemente harta de mamoneces pseudo-religiosas o más bien folklóricas . Pero no creo que esas pasiones se deban emplear para hacer política.

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